Cálidas y suaves playas
Una de las primeras cosas en las que reparás cuando llegas a Aruba en un crucero es en los altos cactus con forma de candelabro, los kudushi, que hacen que el paisaje de esta isla caribeña nos recuerde al del Oeste en las películas de vaqueros.
Aruba, una isla con forma de hoja a 19 millas marinas de la costa de Venezuela, cuenta con algunas de las playas más maravillosas del mundo: Palm Beach, ocho kilómetros de arena blanca que el Miami Herald incluyó en la lista de las diez playas más lindas del mundo.
Pero unas vacaciones en Aruba también significan visitar el Las Vegas del trópico, el casino de Oranjestad. Los amantes del windsurf pueden dirigirse hacia el extremo más oriental, donde van a encontrar las playas de Fisherman’s Hut, Manchebo Beach o Boca Grande. Podés comentar tu día de playa en el Charlie’s Bar en San Nicolás, uno de los mejores bares del Caribe, con las paredes tapizadas con matrículas y souvenirs.
Entre las blancas dunas del Parque Nacional de Arikok, alrededor del Monte Yamanota, si tenés suerte podés divisar cabras, burros e iguanas en su hábitat natural; el cunucu, el desierto de Aruba, está salpicado de dividivis, el árbol nacional. Entre Bushiribana y Balashi se encuentran, en cambio, las impresionantes ciudades abandonadas de los buscadores de oro donde, a principios del siglo XIX, se descubrieron las minas y donde se estuvo extrayendo oro durante más de cien años.